Los méritos de la lectura del Corán
Hadiz:
De Abu Musa Al Ashari –que Allah esté complacido con él- , que dijo el Mensajero de Allah –que la paz y las bendiciones de Allah sean con él-:
“El ejemplo del creyente musulmán que recita el Corán es como la toronja, cuyo aroma es bueno y su sabor también lo es. Y el ejemplo del creyente musulmán que no recita el Corán es como el dátil, que no tiene aroma pero su sabor es dulce. En cambio, el ejemplo del hipócrita que recita el Corán es como el arrayán, cuyo aroma es bueno pero su sabor es amargo. Y el ejemplo del hipócrita que no recita el Corán es como la tuera, que no tiene aroma y su sabor es amargo”. En otro relato se habla del depravado en lugar del hipócrita.¹[1]
Explicación:
El autor -que Allah tenga misericordia de él - relató este hadiz en la subcategoría “el mérito de la lectura del Corán” en su libro Riadul Salihin (los Jardines de los Virtuosos) para indicar las diferentes categorías de las personas en relación al Corán.
El Mensajero de Allah -que la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dio dos ejemplos para el creyente y el hipócrita.
El creyente o es un recitador del Corán o no lo es:
Si es un recitador del Corán, entonces su ejemplo es el de la toronja (es decir la fruta) cuyo aroma y sabor son buenos. En efecto, su persona es buena y su corazón lo es también, los demás pueden beneficiarse de él y es además de buena compañía y como dijo el Mensajero de Allah –que la paz y las bendiciones de Allah sean con él- : “El ejemplo de la buena compañía es como el vendedor del almizcle, te lo da a probar, bien se lo compras o bien te llega un buen olor de él.”[2]
Así pues el creyente que lee el Corán aporta un bien a todos: a su propia persona, y a los demás. Es como la toronja que tiene un aroma exquisito y un sabor delicioso.
En cuanto al creyente que no lee el Corán, su ejemplo es el del dátil. Su sabor es dulce pero no desprende ningún aroma perfumado como es el caso de la toronja.
Si bien es cierto que todas las cosas sueltan aromas pero el Mensajero de Allah –que la paz y las bendiciones de Allah sean con él- le negó esta característica porque su aroma no es manifiesto ni claro. Así pues el dátil no suelta aroma (que la gente pueda oler) pero su sabor es dulce y bueno.
Entonces quién lee el Corán es mucho mejor que quien no lo lee (es decir quién no conoce el Libro de Allah y no aprende su significado).
Y el ejemplo del hipócrita que lee el Corán es el del arrayán, su aroma es agradable pero su sabor es amargo. En efecto, el hipócrita es perverso y no hay ningún beneficio en él. El hipócrita es quién muestra en apariencia su sumisión a Allah pero en realidad disimula en su corazón su incredulidad (que Allah nos preserve). Dijo Allah de él:
“Hay hombres que dicen: Creemos en Allah y en el Último Día, pero no son creyentes. Pretenden engañar a Allah y a los que creen, pero sólo se engañan a sí mismos sin darse cuenta. En sus corazones hay una enfermedad que Allah les acrecienta. Tendrán un doloroso castigo por lo que tacharon de mentira”.[3]
Existen hipócritas que recitan y salmodian el Corán, esos (que Allah nos libre) son como los jawariy de los cuales dijo el Mensajero de Allah –que la paz y las bendiciones de Allah sean con él-: “Y recitarán el Corán, pero no pasará de sus gargantas”.[4]
Estos –que Allah nos libre- les comparó el Mensajero de Allah –que la paz y las bendiciones de Allah sean con él- a esta planta (el arrayán), cuyo aroma es agradable debido a su recitación del Corán pero con un sabor amargo debido a la perversión que esconden y la corrupción de su intención .
En cuanto al hipócrita que no lee el Corán, el Mensajero de Allah –que la paz y las bendiciones de Allah sean con él- lo comparó a la tuera: Su sabor es amargo y no tiene aroma. No hay ningún bien en ese hipócrita y no posee el Corán del cual la gente pueda sacar beneficio.
Estas son las diferentes categorías de personas en lo que concierne su relación con el libro de Allah glorificado y enaltecido sea.
Hermano Musulmán, esfuérzate para ser de aquellos creyentes que recitan el Corán y lo leen como debe ser leído hasta que seas como la toronja con un exquisito aroma y un buen sabor.
Por: Shej Muhammad Bin Saleh Al Uzaimin –que Allah tenga misericordia de él-
Traducido por: Umm Ayman
Fuente: Sharh Riadu Salihin (Explicación de Los jardines de los virtuosos) 4 volumen, páginas: 642; 643; 644; 645