Sirah resumida del sello de los profetas sala LAHo alaihi wa salam (Segunda parte)
En nombre de ALLAH, el Misericordioso, el Compasivo
Las alabanzas a ALLAH Glorificado y Ensalzado sea, y las bendiciones y la paz sean sobre el mensajero de ALLAH, su familia, sus compañeros y sobre todos los que siguieron el camino recto hasta el fin de los tiempos.
Continuamos, con la gracia de Allah, con la sirah (biografía) del mejor de los hombres, el mensajero de ALLAH, el profeta del Islam, Muhammad, las bendiciones y la paz seansobre él, su familia y compañeros.
Su infancia (la paz y las bendiciones de Allah sean con él):
Tras retornar con su madre, de la cual estuvo separado mientras vivía con Halimah (ver artículo anterior). La madre del profeta, Aminah, decidió visitar la tumba de su esposo en Lazrib (será llamada Madinah posteriormente) en compañía de su único hijo, el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) con seis años de edad, su esclava Umm Aiman y su suegro, ‘Abdul-Muttalib. Permanecieron allí un mes y posteriormente regresaron a
Desde ese momento, el niño, el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), fue cuidado por Umm Aiman y vivía con su abuelo Abdul-Muttalib.
Abdul-Muttalib era más cariñoso con su nieto que con sus propios hijos. Ibn Hishâm reportó: “Una estera fue colocada bajo la sombra de
A los ocho años de edad del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), murió su abuelo ‘Abdul-Muttalib en
Abu Tâlib cuidó de su sobrino, dejándolo junto a sus hijos y dándole preferencia sobre ellos. Trató siempre al niño con mucho respeto y gran estima.
Su vida anterior a su misión profética (la paz y las bendiciones de Allah sean con él):
El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fue, desde su juventud, una combinación de los mejores atributos sociales. Era un hombre ejemplar, de pensamiento profundo y carente de faltas. Fue favorecido con inteligencia, originalidad y la elección de los medios correctos para conseguir sus legítimos objetivos. Sus largos silencios lo ayudaron en su hábito de meditar y en su profunda investigación de la verdad. Su mente despierta y su carácter puro fueron instrumentos fundamentales para asimilar y comprender las formas de vida individual y comunitaria de la gente.
Se alejó de las supersticiones, pero asumió un rol activo participando en los eventos de su sociedad. Se mantuvo alejado del consumo de embriagantes, de alimentarse de aquello sacrificado en nombre de los ídolos, o de participar en ceremonias paganas. Consideraba a los ídolos aberrantes y aborrecibles. No toleraba que se jure por Al-Lat y Al-‘Uzza (estatuas de deidades creadas por el ser humano y que las tribus de Arabia adoraban entre otras falsas deidades).
La providencia de Allâh (Glorificado y Ensalzado sea), sin duda, lo apartó de todo hecho reprobable y depravado. Aún cuando trató de obedecer sus instintos para disfrutar de algunos placeres de la vida o seguir alguna tradición irrespetuosa, intervino la providencia de Allâh para protegerlo.
Al Bujâri registró que Yâbir Ibn ‘Abdullah dijo: “Mientras la gente reconstruía
El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se distinguía por su modestia, comportamiento virtuoso, y sus excelentes modales. Era un hombre ideal y poseía un irreprochable carácter. Era el más colaborador para con sus compañeros, el más honesto al hablar, y el de temperamento más apacible. Era el más gentil, pudoroso, hospitalario, y siempre impresionaba a la gente por su aspecto que inspiraba respeto. Era el más confiable y el mejor cumplidor de los convenios. Sus conciudadanos por unanimidad acordaron llamarlo Al-‘Amîn (el confiable). La madre de los Creyentes, Jadîÿa (que ALLAH esté complacido con ella), le dijo: “Mantienes unidos los lazos y vínculos de parentesco, ayudas a los pobres y necesitados, eres hospitalario con tus huéspedes y asistes al oprimido”.
A continuación se narran algunos de los eventos importantes que ocurrieron durante el periodo anterior a la misión profética.
El monje llamado Bahira
Cuando el Mensajero de Allâh tenía 12 años, dos meses y diez días, viajó con su tío Abu Tâlib a Siria con fines comerciales. Cuando llegaron a Busra (que era una parte de Siria, en las proximidades de Hurân bajo dominio romano) había un monje conocido como Bahira (dicen que su verdadero nombre era Jorge).
Cuando llegaron, salió a su encuentro, y aunque no los había visto antes, inmediatamente reconoció al Profeta y dijo, mientras tomaba su mano: “Este es el más sobresaliente de los humanos. Allâh lo enviará con un Mensaje que será misericordia para toda la humanidad”. Abu Tâlib le preguntó: “¿Cómo sabes eso?”. Le respondió: “Cuando aparecieron en la dirección de ‘Aqabah, todas las piedras y árboles se prosternaron, cosa que nunca hacen excepto ante un Profeta. Puedo reconocerlo por el sello de
Su esposa Jadîÿa (que ALLAH esté complacido con ella)
A la edad de 25 años, viajó a Siria como comerciante en representación de Jadîÿa (que ALLAH esté complacido con ella). Ibn Ishâq registró que Jadîÿa (que ALLAH esté complacido con ella), hija de Juailid, era una mujer de negocios muy honorable y adinerada. Solía emplear a gente para encargarse de sus negocios a cambio de un porcentaje de las ganancias conseguidas. Los Quraishíes eran comerciantes, y cuando Jadîÿa (que ALLAH esté complacido con ella) fue informada sobre Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), la veracidad de su palabra, su gran honestidad y sus excelentes modales, lo mandó llamar. Le ofreció dinero para ir a Siria y hacer negocios en su nombre, y a cambio le daría un porcentaje más alto que a los demás. También enviaría a su sirviente, Maisarah, con él. Él aceptó y fue con el sirviente a comerciar a Siria.
Cuando retornó a
Sin embargo, esta vez ella confesó su deseo de casarse a su amiga Nafîsah, hija de Muniah, quien inmediatamente fue a informar a Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Él aceptó y pidió a sus tíos que hablasen con los tíos de Jadîÿa (que ALLAH esté complacido con ella) y organizaran la boda. El matrimonio fue presenciado por Bani Hâshim y los lideres de Mudar. La dote constó de veinte camellos. Ella tenía cuarenta años y era considerada la mejor mujer en linaje, riqueza y sabiduría. Fue la primera esposa del Mensajero de Allâh (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), quien no volvió a casarse hasta después de su muerte.
Con la excepción de Ibrâhîm, Jadîÿa fue la madre de los hijos del Profeta: Al-Qâsim, Zainab, Ruqaiah, Umm Kulzûm, Fátima y ‘Abdullah también llamado Taib y Tâhir (que ALLAH esté complacido con todos ellos). Todos sus hijos varones murieron en la niñez y todas sus hijas, excepto Fátima, murieron durante la vida del Mensajero (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Fátima (que ALLAH esté complacido con ella) murió seis meses después de su deceso. Todas sus hijas abrazaron el Islam y emigraron a Medina.
Reconstruyendo
Cuando el Mensajero de Allâh tenía treinta y cinco años, los Quraishíes reconstruyeron
Cinco años antes de
Cuando empezaron a levantar las paredes para reconstruirla repartieron el trabajo con las demás tribus. Cada tribu era responsable de reconstruir una parte. Se trabajó en armonía hasta el momento de colocar la piedra negra en su debido lugar. Por esta razón empezaron las discusiones entre los jefes, durante cinco días cada uno reclamaba el honor de ubicarla en su lugar correspondiente. Cuando estaban a punto de sacar sus puñales y el derramamiento de sangre parecía inminente, el más anciano de los jefes, Abu Umaiah Ibn Mugîrah Al-Majzûmi, efectuó una propuesta que todos aceptaron. Dijo: “Permitan al primero que ingrese al Santuario que sea quien decida este asunto.” Y fue deseo de Allâh (Glorificado y Ensalzado sea) que Su Mensajero (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fuera el primero en ingresar. Al verle, todos los que se encontraban presentes, exclamaron al unísono: “¡Al-Amin (el confiable) ha venido. Nos complace aceptar su decisión!”. Al ser informado sobre las diferencias existentes solicitó una manta y la extendió, colocando sobre ella la piedra negra. Luego convocó a los representantes de las diferentes tribus para que juntos levanten la manta. Al alcanzar el lugar apropiado Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se encargó de colocar la piedra con sus propias manos. De esta forma sencilla fue resuelto el delicado y tenso problema gracias a la sabiduría del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
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Con esto concluimos la segunda parte de la sirah resumida del profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). En el próximo número continuaremos narrando a partir de la etapa profética incha ALLAH. Esperando que este trabajo sea de provecho a todo musulmán y no musulmán que lo lea y le ayude a conocer más de cerca al Profeta del Islam, Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
Preparado y traducido por : Abu Dhar
Revisado por: Umm Adam