La reina Balqis
Balkis se despertó de su sueño mientras la oscuridad envolvía todo para prepararse a ir con su séquito al gran templo del sol en Maarab, a tres millas de Sana'a.
En aquel lugar, el pueblo de Saba recibía uno de los días sagrados más activos durante el cual presentaban ofrendas al sol que adoraban en vez de adorar a Dios.
Tras la salida del sol, el pueblo de Saba oyó la voz del sacerdote ordenándoles a postrarse ante el sol. Y mientras se postraban ante ello, el profeta de Dios Sulayman (Salomón) –que la paz sea con él- y sus soldados se postraban ante Dios, Señor de los Mundos, reconociéndole como Dios El Todopoderoso.
Dios dio a Sulayman –que la paz sea con él- una gran soberanía. Había formado un gran ejército compuesto de personas, genios y pájaros y cada uno ocupaba un puesto y tenía una misión a llevar a cabo.
Sulayman -que la paz sea con él- tenía la costumbre de inspeccionar a sus tropas. Un día no encontró la abubilla, entonces dijo: “¿Qué ocurre que no veo a la abubilla?, ¿acaso es uno de los que están ausentes?” [Sura de las Hormigas: 20-21].
La abubilla volvió después de un tiempo, y dijo a Sulayman –que la paz sea con él-: “Mas había permanecido no muy lejos y entonces dijo: Me he enterado de algo que tu no alcanzas a saber y he venido hasta ti desde Saba con una noticia cierta. He hallado a una mujer que reina sobre ellos y a la que se le ha dado de todo; posee un magnífico trono. La encontré a ella y a su pueblo postrándose ante el sol en lugar de ante Allah; el Shaytán les ha embellecido sus acciones y les ha desviado del camino, y no tienen guía. (Sura de las Hormigas: 22-24).
La abubilla describió lo que vio y lo que oyó y como aquella gente adoraba al sol en lugar de Dios. El profeta de Dios –que la paz sea con él- pensó y le dijo: “Veremos si es verdad lo que dices o si eres de los que mienten”. [Sura de las Hormigas: 27].
La abubilla supo por su disposición natural que la postración se hace sólo ante Dios El Todopoderoso. Se dio cuenta también de la importancia de invitar a adorar a Allah y como emprender este camino sin que nadie se lo encargue, y así debe ser quien invita a Allah en todo tiempo y en todo lugar.
El Profeta de Dios Sulayman –que la paz sea con él- escribió una carta y ordenó a la abubilla llevarla a la Reina de Saba. Y le dijo: “Ve con este escrito mío y déjalo caer sobre ellos, luego retírate y espera su reacción” [Sura de las Hormigas: 28].
La Reina Balqis se encontraba descansando de la fatiga de un largo día, cuando entró la Abubilla a través de la ventana y le tiró el mensaje que llevaba, lo leyó y se enteró de que el mensaje provenía del Profeta de Dios Sulayman -que la paz sea con él- por lo que reunió a los ministros y ancianos de su pueblo y les leyó la carta de Sulayman –que la paz sea con él-.
Dijo: “ ¡Consejo de nobles! Me han arrojado un escrito noble. Es de Sulayman y es en el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo: No os levantéis contra mí, venid a mí sometidos. [Sura de las Hormigas: 29-31] y luego les pidió su opinión y consejo: “Dijo ella: ¡Consejo de nobles! Dadme un dictamen sobre mi caso, no tomaré ninguna decisión hasta que no os pronunciéis” [Sura de las Hormigas: 32].
Con su actuación, Balkis dio una buena imagen del gobernante que pide el consejo su pueblo. Los sabios respondieron: “Dijeron: Nosotros tenemos fuerza y una poderosa ofensiva, pero tuya es la decisión, mira pues lo que vas a ordenar”. [Sura de Las Hormigas: 33]
Balqis conocía el poder de Sulayman –que la paz sea con él- así que no quiso que su pueblo entrara en guerra con él. “Dijo: Cuando los reyes entran en una ciudad la trastornan por completo humillando a sus habitantes poderosos. Así es como actúan” [Sura de Las Hormigas: 34].
Balqis estaba pensando en la cuestión de Sulayman –que la paz sea con él- y no sabía que Dios puso al viento a su servicio…
Dijo muy sabiamente: “Voy a enviarles un regalo y esperaré lo que traigan de vuelta los mensajeros”. [Sura de Las Hormigas: 35]
Balqis dijo a su pueblo que si es un rey aceptará el regalo y si es un profeta solo pedirá que le sigan en su religión. El pueblo aceptó su propuesta. Cuando llegaron los mensajeros de Balqis con el regalo dijo el Profeta Suleyman –que la paz sea con él-: “Me tentáis con riquezas cuando lo que Allah me ha dado es mejor de lo que os ha dado a vosotros y no obstante os contentáis con vuestros regalos” [Sura de Las Hormigas: 36]
¡Y cómo aceptaría un regalo mientras que Dios lo honró con la profecía y la sabiduría y le dio lo que no dio a nadie!
Entonces dijo al jefe de la delegación: “Vuelve a ellos, que vamos a ir con ejércitos a los que no podrán enfrentarse, los expulsaremos de ella humillados y quedarán empequeñecidos.” [Sura de Las Hormigas: 37]
Gracias a su sabiduría, Sulayman –que la paz sea con él- supo que su advertencia acabaría con el asunto y que la reina vendría sumisa y obediente, ya que su actitud reflejaba sus ganas de evitar una guerra.
Al regresar, los mensajeros le contaron a Balqis lo ocurrido. Entonces escribió a Sulayman –que la paz sea con él- que vendría a verle con los sabios de su pueblo, y ordenó a sus soldados guardar el trono, y mantener las puertas cerradas. Salió con destino al norte y un poco antes de su llegada, Sulayman –que la paz sea con él- quiso mostrarle la Grandeza y el Poder de Dios y como le dio lo que no dio a nadie. Se dirigió Sulayman –que la paz sea con él- a sus soldados diciendo: “Dijo: ¡Mis nobles! ¿Cuál de vosotros me traerá su trono antes de que vengan a mí sometidos (musulmanes)?. Dijo un genio Ifrit: Yo te lo traeré antes de que te levantes de tu asiento, yo tengo fuerza para ello y soy digno de confianza.” [Sura de Las Hormigas: 38-39].
Pero a Sulayman –que la paz sea con él- le pareció que tardó, por lo que un hombre creyente de los Hijos de Israel, que tenía conocimiento del Libro dijo: “Yo te lo traeré en un abrir y cerrar de ojos” [Sura de Las Hormigas: 40] y así fue. Sulayman –que la paz sea con él- al ver el Trono de Balqis establecido ante él, se postró por la Grandeza de Dios y por reconocimiento de Su Gracia. Dijo: “Esto es parte del favor de mi Señor para probarme si soy agradecido o ingrato, y quien es agradecido sólo lo es para sí mismo, pero quien es ingrato... Realmente mi Señor es Rico, Generoso”. [Sura de Las Hormigas: 40].
Balqis vio la soberanía de Sulayman –que la paz sea con él- y mientras su pueblo susurraba entre sí sobre lo que veían, vio al trono después de que los soldados de Sulayman –que la paz sea con él- cambiaron sus características y sus dimensiones, para comprobar lo inteligente que era Balqis: “Dijo: Hacedle irreconocible el trono para que comprobemos si tiene guía o si es de los que no tienen guía. Y cuando ella vino, le preguntaron: ¿Es así tu trono? Respondió: Parece él. Pero nosotros habíamos recibido el conocimiento antes que ella y éramos musulmanes” [Sura de Las Hormigas: 41-42]
Cuando Balqis entró al palacio de cristal construido por los soldados de Sulayman –que la paz sea con él-, y por debajo del cual pasaba una pequeña corriente de agua, se descubrió las piernas inconscientemente creyendo que era una superficie de agua. “Se le dijo: Entra en el palacio. Y cuando lo vió creyó que era una superficie de agua y se descubrió las piernas. Dijo: Es un palacio de cristal pulido.” [Sura de Las Hormigas: 44].
Cuando vio lo que Dios dio a Su Profeta Sulayman dijo: “Dijo ella: ¡Señor mío! He sido injusta conmigo misma pero me someto, junto con Sulayman, a Allah, el Señor de todos los mundos.”[Sura de Las Hormigas: 44].
Así era la reina Balqis, una mujer perspicaz, sabia e inteligente, no tiranizaba a su opinión en los asuntos grandes e importantes, sino que los consultaba con su pueblo, y esto demuestra su perspicacia.
Cuando conoció a Dios creó y se sometió voluntariamente a Él con Sulayman – que la paz sea con él-.
Esa era Balqis, hija de Shareheel hijo de Malik bin Al-Rayyan, la reina de Saba. Se convirtió en reina tras la muerte de Amr del Adaar y su pueblo le dio lealtad para gestionar los asuntos del país y lo hizo con valor y sabiduría.
Restauró la famosa presa de Marib y construyó su palacio allí. Prosperó durante su reino el comercio y la agricultura, aumentó la riqueza del país y se estableció la situación de los ciudadanos.
Balqis y su pueblo adoraban el sol y Dios les honró con la fe en el mensaje del profeta Sulayman - que la paz sea con él-.
Sulayman –que la paz sea con él- se casó con ella y tuvieron un hijo pero falleció joven.
Falleció Balqis -que Dios esté complacido con ella- en Antioquía.
Por: Ali Ben Nayef Al Shahud
Traducido por: Sabah Chentouf
Fuente: http://islam.aljayyash.net/encyclopedia/book-14-9